Allá por el año 1969 cuando Neil Amtron se bajó del Apolo 11 y pisó la luna se quedó perplejo de lo que allí vio. Ni más ni menos que había un chiringuito regentado por un gallego donde se vendían grelos, lacones, pulpo a feira, licores y otras hierbas. Houston siempre guardó silencio.
Un tanto de lo mismo pasó en el camino real que iba de Lisboa a Oporto. Un buen día durante el reinado del Rey Sancho I (1154-1212), una mujer gallega se estableció y abrió una venta o posada en ese camino para dar alojamiento a los viajeros y sus animales. Desde entonces, el pueblo pasó a llamarse Venda da Galega, luego Póvoa da Galega, más tarde Vila da Galega y al final Golegã, catedral universal del caballo lusitano, hermanada con Jerez de la Frontera, la catedral del caballo español.
Y es que todo en este mundo tiene tu principio y su fin en Galicia...alboradas al alba... ocasos en Finisterrae.
Siempre doy como mínimo dos vueltas a cada rotonda y a ésta le he dado más de dos...manías de un tolo.
Ahí os acabo de dejar la curiosidad del día.
Forte abraço, boa noite.
1 comentario:
Curiosa "curiosidad" Braulio! Hoy me voy a acostar sabiendo una cosa màs... Jijijijijijijijiji
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